Artículo | 25 Sep, 2023

Con el manejo integrado de 48 microcuencas, se apuesta por la protección de zonas de alta recarga hídrica del altiplano guatemalteco

Al proteger y mejorar las cuencas hidrográficas, el proyecto Altiplano Resiliente pretende garantizar el suministro de agua necesario para la agricultura, la vida silvestre y la población que depende de las cuencas de los ríos Salinas, Motagua, Samalá y Coyolate.

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A través del proyecto Altiplano Resiliente, la UICN centra la intervención en 48 microcuencas del altiplano de Guatemala en una superficie de 146,500 hectáreas.

Photo: Evelyn Vargas/UICN

Ciudad de Guatemala, Guatemala, 24 de septiembre, 2023 (UICN). En el Día Mundial de los Ríos 2023, la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), comparte los esfuerzos para la restauración, manejo y conservación de las cuencas hidrográficas que se realizan en el altiplano guatemalteco.

La UICN ejecuta proyectos que, basados en el análisis de amenazas climáticas y mediante acuerdos con comunidades y otros actores clave presentes en las cuencas, impulsan la incorporación del enfoque de Adaptación basada en Ecosistema (AbE).

En Guatemala, de acuerdo con la Estrategia Nacional de Restauración del Paisaje Forestal, se estima que hay 3.9 millones de hectáreas potenciales para restauración, distribuidas en ocho categorías, de las cuales las áreas de ribera de ríos ascienden a 335,687 hectáreas. Considerando estos datos, el proyecto Altiplano Resiliente centra su intervención en 48 microcuencas, en una superficie de 146,500 hectáreas, en las cuencas de los ríos Salinas, Motagua, Samalá y Coyolate.

En estas áreas, el 61% de las tierras están consideradas como zonas de muy alta y alta recarga hídrica, por lo que su conservación y restauración es fundamental para mantener los afluentes de los ríos de esas cinco cuencas.

Para la restauración de las cuencas hidrográficas, la UICN facilita herramientas como la Metodología de Evaluación de Oportunidades de Restauración (ROAM por sus siglas en inglés), que permite identificar qué acciones de restauración son esenciales para mantener, mejorar u optimizar los ecosistemas para proveer servicios ambientales.

Esta metodología incluye la identificación de los principales usos de la tierra y las necesidades de transición de usos agropecuarios no manejados a sistemas de producción agrícola mejorados, sistemas agroforestales, acciones de conservación de suelos y áreas de diversificación de sombra para cultivos de alto valor comercial, como el café. 

Para lograr la gestión y el manejo climáticamente inteligente de estas cuencas, adaptado a las condiciones locales, Altiplano Resiliente centra sus esfuerzos en el abordaje de la degradación de las microcuencas hidrográficas, que amenazan la provisión de servicios ecosistémicos esenciales, sobre todo, el agua.

De las 48 microcuencas del área de intervención, el proyecto priorizó 24, donde se impulsa la creación de consejos de microcuenca, espacios de gobernanza que reúnen a líderes comunitarios locales, municipalidades, instituciones gubernamentales y autoridades para tomar decisiones conjuntas sobre la gestión de las cuencas y priorizar acciones de restauración.

A la fecha, Altiplano Resiliente ha realizado acciones de restauración en 7,249.19 hectáreas en zonas de alta recarga hídrica, para mejorar o mantener la provisión de servicios ecosistémicos, y desarrollado ocho planes de manejo de microcuenca y conformado igual número de consejos para asegurar su gobernanza efectiva.

En los consejos de microcuenca se implementan acciones de consulta libre, previa e informada (CLPI) que fortalecen la participación ciudadana, por lo que se consideran instancias que pueden asegurar la sostenibilidad de las acciones a largo plazo.

Al proteger y mejorar las cuencas hidrográficas, se espera que el impacto de esta iniciativa vaya más allá de la restauración, al garantizar el suministro de agua necesario para la agricultura, la vida silvestre y las comunidades, lo que fortalece los medios de vida y la resiliencia frente a los desafíos climáticos que enfrenta el altiplano guatemalteco.

Desde 2020, Altiplano Resiliente busca reducir el impacto del cambio climático en el ciclo hidrológico de las cuencas del altiplano guatemalteco, para aumentar la resiliencia del ecosistema y las poblaciones locales.

El proyecto Altiplano Resiliente es implementado por el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN), el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA), el Instituto Nacional de Bosques (INAB), y el Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (INSIVUMEH), con la asistencia técnica y financiera de la UICN, en colaboración con la Fundación para la Conservación de los Recursos Naturales y Ambiente en Guatemala (FCG) y la Universidad Rafael Landívar, a través del Instituto de Investigación en Ciencias Naturales y Tecnología (IARNA) de la Vicerrectoría de Investigación y Proyección (URL-VRIP), gracias a fondos provenientes del GCF (Green Climate Fund) y la Agencia de Cooperación Internacional de Corea (KOICA).