Artículo | 26 Mar, 2024

Guardianas de la Sierra: compromiso, amor y tenacidad

Resaltar el trabajo de las mujeres en esta gesta por la conservación de los bosques y ríos de la Sierra Nevada de Santa Marta, no es para nada difícil, lo realmente difícil es recoger en pocas líneas estas extraordinarias historias de vida o iniciativas inspiradoras de mujeres campesinas e indígenas, como Mirosalba, Lucelys y Yadira esta última no abrió sus ojos en la Sierra, pero si su corazón por más de 20 años de trabajo. Tienen en común su lucha por adelantar un trabajo comunitario y un objetivo común del cual se enamoraron: Conservar la Sierra Nevada de Santa Marta.

content hero image
Photo: Isabel Rodríguez Melo

En los 37 años de trabajo de la Fundación ProSierra Nevada de Santa Marta, las mujeres de la Sierra siempre han tenido un protagonismo ganado a pulso, no es que no hayan necesitado de los hombres, es que fueron ellas las tomaron en la mayoría de los casos, la iniciativa para que un proyecto se hiciera realidad. Tanto, que los hombres reconocen que para que algo se haga rápido, y bien hecho, hay que encargarlo a las mujeres serranas.

Por ello, no es extraño escuchar a personas como Jaider Jiménez G., presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda El Congo, decir “la mujer rural está más concientizada en esto de conservar y proteger el agua, los hombres atentamos más contra el medio ambiente, ellas son más cuidadosas”. Él sabe que ellas son amantes de la naturaleza, les gusta sembrar su jardín, plantar árboles frutales cerca de las viviendas, mientras, según él, los hombres son más propensos a talar y destruir, con la perspectiva de buscar recursos y producir.

“Ellas siempre están persuadiéndonos, buscando la manera de conservar y preservar lo que nos queda en la sierra, tenemos que escucharlas porque ya con tanta tala y quema nos está golpeando más el calentamiento, las que fueron tierras frías ya no lo son”.

Como él muchos habitantes del macizo están de acuerdo que se debe conformar un equipo de mujeres que lideren los procesos ambientales en cada comunidad, porque la mujer serrana tiene una gran visión conservacionista y es una gran protectora de la tierra. Comentó el líder comunal.

Para esta edición, en lugar de exaltar la labor conservacionista de las mujeres, su tenacidad y empeño en proteger y restaurar los bosques del macizo Sierra Nevada de Santa Marta, desde el punto de vista de nuestra organización, queremos que el hilo conductor de este reconocimiento lo haga la gente de la sierra, los campesinos e indígenas que viven en la Sierra Nevada de Santa Marta nuestra gran fábrica de agua, el ecosistema más irremplazable del planeta.

Empezamos con Yadira Imitola, una colaboradora de la Fundación ProSierra Nevada de Santa Marta por más de 20 años, que de manera jocosa recuerda esas confrontaciones entre mujeres y hombres, entre ellas Mirosalba Meza, quien tomaba la vocería. Según cuenta Yadi, la discusión con los señores giraba en torno a la importancia del cuidado de las pequeñas fuentes hídricas del sector de Cantarrana y El Congo, previendo una sequía más adelante.  “Otra de las cosas que también vi que defendía ese tipo de mujeres y que aún siguen liderando, es la siembra de especies nativas de la región, como el higuerón, para proteger las cabeceras de las quebradas y riachuelos y no introducir especies foráneas”.  Con esta visión ellas buscaron siempre garantizar la restauración ecológica y el agua de la microcuenca.

Yadira Imitola. Hizo un alto en el camino y capturó esta selfie.Photo: Yadira Imitola. Álbum personal

De igual manera, recalca Yadira, quien fuera la enfermera, comadrona, nutricionista, con conocimientos homeopáticos y apicultora, entre otros, que sin aplausos, ni placas de reconocimiento, también sobresalen las acciones de prevención lideradas por mujeres y recordó las primeras campañas para prevenir los incendios forestales, “una iniciativa de la Fundación ProSierra con mujeres, fue una vez que se hizo la campaña para evitar la quema que comienza desde el cerro de Cansa Viejo y que llegaba hasta arriba, fueron las mujeres quienes se pusieron al frente y por muchos años no se quemó un árbol en la zona y aún se esmeran siempre para prevenir esto y que la montaña esté libre de contaminación, recomendando  que la basura se disponga en sitios adecuados”. 

Cuenta también, que estas mujeres de la Sierra que llevan en ese “corazón verde” a sus familias, pensando en su bienestar, iniciaron sus huertas caseras con plantas alimenticias y medicinales e intercambiaban productos como tomate, cebollín, repollo, pimentón y lechuga, entre otras, con semillas que la Fundación les facilitaba. Juntas comprendieron que, de esa manera, garantizaban la seguridad alimentaria con el cultivo de especies alimenticias orgánicas, porque siempre dijeron no a los químicos”. Muchas de ellas continúan con las huertas e intercambian con las vecinas semillas y verduras.

Mirosalba Meza, Feliz en su finca.Photo: Red Ecolsierra

No podíamos cerrar este segmento de las campesinas serranas, sin hablar con la misma Mirosalba Meza “Miro”, una mujer de rostro jovial, fuerte, con extraordinario estado físico, a mucho honor, como ella misma dice, parida en la vereda El Congo, (muy cerca a Ciudad Antigua, una de las estaciones ecológicas de ProSierra) hace ya 65 años. Una mujer para la cual la conservación significa vida, representa la vida misma.

Algunas mujeres del macizo son tímidas, parcas al hablar, pero… acá se rompe la regla, ella expresa abiertamente lo que piensa, lo que siente: “Es importante que las mujeres ayudemos, las mujeres damos vida, y la misma naturaleza así lo enseña y somos las mujeres las que hemos estado en la sierra luchando por conservarla, luchando para que no se acabe, insistiendo para decirle al otro, mire, usted está haciendo las cosas mal. Aunque nuestro trabajo muchas veces no sea valorado o no se tenga en cuenta, clarooo… que las mujeres somos importantes en los procesos de conservación”.

Asegura “Miro”, que ProSierra a la cual conoció por allá en la década de los 90´s, llegó en el momento preciso donde todo se estaba acabando, donde todos estaban talando y la gente hacia cosas indiscriminadamente en contra de la sierra. “Teníamos la creencia que la naturaleza sola se iba a reconstruir. Aprendí que nada es eterno, todo se acaba, y si nosotros contribuimos a destruir, aceleramos este proceso”. Y antes de irse nuevamente hacia su cafetal, con la mano en su pecho manifiesta: “conservar hoy para mi significa, seguir compartiendo el entorno con las especies de animales y plantas que nosotros mismos ya teníamos casi destruidas”.

Pero en la Sierra conviven campesinos e indígenas y las mujeres arhuacas, por ejemplo, tienen la responsabilidad no solo de salvaguardar la cultura, sino también con su fuerza espiritual ayudan a conservar la tierra. Según Moisés Villafaña, joven de la etnia arhuaca, defensor de su cultura, estudioso de su origen y pasado ancestral, manifiesta que, para su pueblo, las mujeres representan la tierra, el lugar propicio y fértil para sembrar y cosechar las semillas. “Todo lo que hacemos está inserto y es una forma de vida y respeto hacia la naturaleza, lo que podemos llamar -ecosofía-, un conocimiento inspirado en la madre naturaleza”.

El centro de la filosofía cultural del pueblo indígena se centra en la madre, madre espiritual, madre tierra, madre fecundadora, la visión indígena ve a la tierra como una mujer que pare a sus hijos y desde que nacen los hijos las mujeres les inculcan su visión hacia las plantas, los animales, el agua y el aire.

Lucelys Torres, una arhuaca que lleva su cultura muy en alto, tiene bien claro que el concepto de valorar y de conservar la tierra parte de que los pueblos indígenas entienden el universo como uno solo, no hay distinción entre un árbol, una piedra, un jaguar o seres humanos, es un todo, dice con convicción: “si yo me cuido estoy cuidando la naturaleza, si yo cuido las fuentes hídricas me estoy cuidando a mí”.

Explica que cuando se realizan los pagamentos y rituales, es la manera de enmendar un poco el mal actuar de los seres humanos y cuando se dejan de hacer, la madre naturaleza busca la forma de quejarse y vienen las catástrofes naturales o las oleadas de calor y sequía como este Fenómeno del Niño que atravesamos desde el último trimestre de 2023.  Según su conocimiento ancestral, los desastres son acciones negativas que no se han saldado con la naturaleza y se deben realizar para estar en paz con el ambiente. 

Lucelys habla a veces en un tono muy bajo y en otras ocasiones, muy rápido y casi no logro entender algunas palabras, pero grabé cada sílaba cuando dijo: “La tierra es para nosotros una mujer, cuando estamos hablando del respeto de nuestro género no podemos estar contrario a ese precepto,  está establecido en el medio, aquí en la tierra como unas leyes, lo que le llamamos ley de origen y por alguna razón, las mujeres están llamadas a ser las que están encargadas del cuidado de la tierra en general”.

El pueblo arhuaco valora el rol de las mujeres como guardianas de la naturaleza, hay unas niñas elegidas, a las que denominan “seymuke” y están en la primera línea de protección, su inocencia las hace menos contaminadas y con más fuerza espiritual, ellas están acompañadas de algunas mujeres adultas que están al otro extremo y que también cuidan la tierra.  Y recalca Lucelys: “Esa es la gran importancia de la mujer porque tenemos una gran fuerza espiritual”.

Sierra Nevada de Santa MartaPhoto: Fundación ProSierra

Podríamos estar horas y horas sentados con ellas charlando y muchas páginas escribiríamos, porque el rol de las mujeres serranas, que conocemos a lo largo de más de 3 décadas sumergidos en el macizo, es invaluable. Mujeres que siguen sobresaliendo en lo local y fuera de su comunidad, hoy Yadira tiene su emprendimiento de miel, polen y propóleo, Mirosalba es miembro de una red de productores ecológicos y Lucelys la representante de la Fundación Wirakoku, donde comparte su legado ancestral, a través de productos originarios de la Sierra Nevada de Santa Marta.

Por todo esto, y más de lo que no alcanzamos a plasmar en este artículo, desde siempre valoramos el rol de las mujeres en los procesos de conservación, apoyamos sus iniciativas e impulsamos el fortalecimiento comunitario para hacer de ellas verdaderas lideresas y guardianas de la naturaleza.

Fotografías Paisaje serrano. Archivo Fundación ProSierra/ Yadira Imitola. Álbum personal / Fotografía Mirosalba Meza. Red Ecolsierra. Fotografía Lucelys Torres. Álbum Personal.