Story | 07 9月, 2018

Rosaura, mujer del agua y los bosques

La activista miembro del Consejo de Microcuenca de Esquichá en San Marcos Guatemala, Rosaura Rigoberta Bartolón Cifuentes, ha experimentado el cambio en su calidad de vida a partir de la aplicación de medidas de Adaptación basada en Ecosistemas (AbE) relacionadas con la seguridad hídrica.

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Rosaura Rigoberta Bartolón Cifuentes ha sembrado, junto con otros miembros de las 16 comunidades que conforman el Consejo de la Microcuenca del Esquichá en San Marcos de Guatemala

Photo: UICN ORMACC/ Paul Aragón

Guatemala (UICN). Rosaura Rigoberta Bartolón Cifuentes recuerda cómo el paso de los huracanes Mitch (1998) y Stan (2005) dejaron afectado su cantón Santa María de la aldea Sanajabá en San Marcos de Guatemala, con deslizamientos, vías cerradas y casas destruidas y sin un bien al que realmente no le habían dado tanto valor: el agua.  “No fue hasta ese momento que nos pusimos de acuerdo y empezamos a trabajar juntos para encontrar una solución respecto al agua a largo plazo”, explica hoy la mujer y lideresa de 58 años, quien forma parte del Comité de Microcuenca de Esquichá.

Dedicada a la agricultura y a las labores de la casa, Rosaura ha ido aprendiendo cómo ciertas medidas de Adaptación basada en ecosistemas (AbE) han logrado mejorar la calidad de vida de su familia y de las comunidades de la microcuenca.

“Este año no nos faltó el agua a pesar de las canículas que estuvieron fuertes, contamos con agua, no como otros años que deseábamos tenerla. También en nuestra parcela ya tenemos una gran variedad de especies agrícolas y forestales y si nos afecta en algo el cambio climático, como a un cultivo, tenemos otros para poder mantenernos.  Antes la mayoría solo tenía en sus parcelas maíz, frijol, haba y si sus rendimientos bajaban pues no tenían como sucede ahora… ya hemos integrando más cultivos dentro de nuestras parcelas como zanahoria, cebolla, lechuga, árboles frutales como manzana, durazno y se mira el cambio”, explica esta mujer quien también es promotora agrícola.

Ella también señala la restauración de las zonas de recarga hídrica, donde el Comité y la comunidad han ido sembrando en una forma participativa  un promedio de 10.000 árboles por año desde el 2009. “Cada año se integran más y más personas y eso nos ayuda a seguirle echando ganas.  Ya se ven los resultados: el bosque está más denso, se mantienen los caudales de agua y por eso queremos seguir haciendo esto para que nuestros hijos y nietos puedan disfrutar de un ambiente más sano”.

Rosaura destaca como toda su familia participa del proceso, y como más mujeres y personas jóvenes de las comunidades participan y se capacitan. “Nosotras las mujeres nos damos cuenta cómo afecta el cambio climático en nuestro hogar y en nuestra comunidades. Por ejemplo, si hay lluvias más de lo normal o sequías lo que afecta son al cauce del río y a los cultivos. Nosotras lo vemos más porque somos las que administramos los alimentos y usamos más el agua para consumo de nuestra familia”.

Ella y los otros miembros del Comité han promovido las actividades en las comunidades y también han logrado tener incidencia en la municipalidad de Tacaná en la asignación de un rubro del presupuesto municipal para acciones de conservación de los recursos naturales. “En una reunión ordinaria participan 16 comunidades, dos representantes por cada comunidad. También están presentes oficinas de la municipalidad como la Oficina Forestal Municipal, la Oficina Municipal de Agua y Saneamiento, Oficina de la Mujer y organizaciones gubernamentales como el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN) y el Instituto Nacional de Bosques (INAB), entre otras; y organismos internacionales como la UICN y agencias de Naciones Unidas (FAO y PNUD).  Esto ayuda a que el mensaje a las comunidades sea más fuerte, es decir no estamos solos, y eso tiene mayor credibilidad ante los demás. La información la trasmiten los representantes de la comunidad y ellos se lo llevan y la difunden dentro de las reuniones ordinarias de sus comunidades”.

La UICN, a través del proyecto AVE (Adaptación, Vulnerabilidad y Ecosistemas), trabaja en seis sitios de la región de Mesoamérica capacitando a las comunidades y gobiernos locales en sobre medidas de Adaptación basadas en Ecosistemas (AbE). Uno de estos lugares es la microcuenca de Esquichá en San Marcos de Guatemala.

Las actividades se financian a través de la Iniciativa Internacional del Clima, del Ministerio Federal de Medio Ambiente, Protección de la Naturaleza y Seguridad Nuclear (BMUB) de Alemania